martes, 4 de junio de 2013

Harry Potter



El homenaje de hoy se lo dedico al personaje literario más importante de mi infancia, que curiosamente también empezó su historia en un agujero, esta vez ligeramente por encima del suelo,  en la famosa alacena debajo de la escalera del Numero 4 de Privet Drive.


Aquel solitario niño aparentemente normal salvo por la cicatriz en forma de rayo de su frente que un día recibió una carta, aquella que todo lector ha soñado un día recibir,  aquel al que acompañamos por el callejón Diagon, con el que atravesamos el andén 9 ¾ y nos subimos en el expreso de Hogwarts en dirección a un mundo totalmente nuevo, desconocido,  diferente, mágico. 

Hogwarts, si con una palabra puedes describir Hogwarts es con esa, mágico, donde cuantiosos secretos, sorpresas y personajes peculiares nos aguardan, un micromundo que tuvimos la suerte de poder  explorar minuciosamente durante siete cursos pero que nunca dejaba de sorprendernos, que deja en el lector la sensación agridulce de haber estudiado allí. Sí, de alguna manera yo también estudié en Hogwarts.



Una vez allí hablar de lo que le ocurrió a nuestro pequeño amigo me produce un aluvión de recuerdos:  Ron y Hermione, el gran comedor, el sombrero seleccionador ,Griffyndor y Slytherin, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore,  escaleras, libros varitas túnicas capas y calderos, grageas ranas y lechuzas, pociones, encantamientos, transformaciones, la cabaña de Hagrid, Nimbus 2000 snitch quaffles y bludgers,  trols en baños, capa invisible, espejos, Norberto, el bosque prohibido, Fluffy  llaves aladas  ajedrez humano y acertijos, Quien-tu-ya-sabes  la piedra filosofal y la copa de las casas.  


La verdad es que es absolutamente admirable la manera en que J.K Rowling consiguió crear un universo de la nada, paralelo a nuestro triste mundo muggle  y logró así que nos sumergiéramos con esa capacidad para despistarte y siempre sorprenderte que muy pocos tienen la suerte de tener. 

Con esto estoy intentando animar a toda aquella persona que le guste este tipo de literatura a que coja estos libros, pues este no es solo un libro para niños.  Éste es únicamente el resumen del primer libro de la saga porque sinceramente no he sido capaz de sintetizar el contenido de todos los libros en un solo escrito, por lo cual, prefiero retomarlo en el futuro y dedicarle a cada libro el tiempo y el espacio que se merece, y acabaré esto por el principio, que me parece que es un buen final, por lo tanto me despido aquí, me voy en mi tren, hasta el año que viene, o quizás antes.  



Una de las cosas que mas me interesan  de una historia es cómo surgió la idea de la misma, que ocurrió exactamente, en que preciso momento lo que iba a acabar siendo una obra de arte se presenta ante su futuro autor, en forma de idea, una idea que pasara de la mente al papel y con el papel a la vida, una de esas historias que pueden nacer, por casualidad, durante un viaje en tren de vuelta a Londres:


“Fue en junio de 1990, tras un fin de semana buscando piso, volviendo a Londres sola en un tren abarrotado de pasajeros, cuando de repente, la idea de Harry apareció en mi imaginación, simplemente. No puedo decir por qué, o qué la desencadenó, pero vi la idea de Harry y de la escuela de magos muy explícitamente. De pronto, tuve la idea básica de un niño que no sabía quién era, que no sabía que era mago hasta que recibió una invitación para asistir a una escuela de magia. No he estado nunca tan entusiasmada con una idea.

Llevaba escribiendo de forma casi continuada desde los seis años, pero nunca me había sentido tan entusiasmada por una idea hasta ese momento. Para mi inmensa frustración, el bolígrafo que llevaba no escribía y no me atreví a pedirle uno prestado a nadie. Recapacitando, creo que esto resultó ser positivo, porque durante cuatro horas (el tren llevaba retraso) me dediqué exclusivamente a pensar; todos los detalles surgían en mi cerebro y poco a poco, este niño flaco, con pelo negro y gafitas que no sabía que tenía poderes mágicos, se fue haciendo cada vez más real ante mí. Creo que si hubiera tenido que frenar mis ideas a la velocidad de la escritura, algunos de los detalles se habrían perdido (aunque aún pienso a veces en cuántas cosas imaginadas durante ese viaje ya había olvidado cuando empecé a pasarlas al papel).”




By  Kløver

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